lunes, 22 de septiembre de 2014

EL ALTO DE RODILLAS




Hace tiempo las cosas vuelven a la realidad, los ojos de la indiferencia, los ojos de la incredulidad; todo vuelve a tener su fermentación, por lo que uno hace y vive.

Ahora en tierras extrañas, las cosas se vuelven coloridas a mi paso. Arquitectura chola, arquitectura del cholaje mestizo, una inequivocada obra de arte. La misma chola con otra pollera.



Tan sólo son cajas, las mismas cajas de la urbe alteña. No hay una armonía creativa en lo que lo llaman naciente arquitectura andina. Un edificio, con los colores festivos de la vestimenta cholera, verdes, rosados, azules llamativos, la misma caja de siempre y con una cajita sobre encima, queriendo constatar la añoranza de los dueños de casa sobre la vivienda del campo en donde alguna vez vivieron. ¿Habrá por tanto ruptura arquitectónica en esta parte del andino? Nosotros pensamos que no. La línea principal sigue siendo recta, monótona y para colmo de colmos ladrillo y cemento.

El Alto, ciudad ladrillo, ciudad cemento. Ciudad de rodillas quemadas.- N Van J.