En todos los aspectos de la vida
mundana de las asociaciones, siempre hay una línea que une la responsabilidad entre el común denominador
de socio versus asociación, hay deberes como también hay obligaciones.
Hace pocos minutos, o más bien
corto tiempo, reclamé como simple socio distante, apegado a las buenas
costumbres del wassap de la ABAP POTOSÍ, que la institución debería dar
catálogo o certificación por exposición, nadie trabaja gratis así por así, se
da cuotas de hasta 60 bolivianos por exposición y los socios no reciben nada a
cambio. Este pequeño detalle escrito con todo respeto con un por favor, molestó
e hirió como se lo deba llamar de sobre manera al Administrador del grupo EVER
FERNANDEZ QUINTANILLA, aduciendo que, de forma literal: “Parecieras que nunca
hubieras vividos en Potosí las necesidades económicas por las que atraviesan
los artistas potosinos, y el bloqueo del grupo es como directiva no a nivel
personal. Estas desanimando a varios artistas noveles que exponen sin recibir
nada a cambio sólo por cariño al arte”.
Yo he vivido en Potosí más de lo
que uno se imagina, he comido polvo como artista novel y por eso reclamo ahora
por ellos, no desanimo a los noveles artistas que noveles se hacen estafar por
algunas personas del medio que ni saben pintar. La ABAP en vez de servirse de
los noveles artistas debería ampararlos e incentivarlos por lo menos con un
catalogó o un certificado a su trabajo. Se supone que una ABAP es una
institución, entre comillas “Asociación”, con deberes, obligaciones y derechos
o viceversa, es decir persona jurídica, con personalidad, al amparo de sus
afiliados. Cada socio tiene derecho a voz, porque paga sus cuotas de forma
oportuna, trabaja por la institución aunque uno este exiliado de forma
involuntaria. Por todo ello, larga vida a la ABAP POTOSÍ, en el día del pintor.
Esta es mi carta abierta, reclamo
público y renuncia a la institución. Atentamente Nelson Jaliri.
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