Ingresando al calor
de las dudas irremediables, fuimos a la Casa de la Cultura de la ciudad de La
Paz, para observar la exposición conformada por cuatro pintores y cuatro
escultores, jóvenes la mayoría y por algún motivo conocidos míos.
Temple, una palabra
que puede indicar todo, algo templado, pero la palabra temple también puede
significar dureza o en algunos casos elasticidad en su forma de concebir sus
creaciones estéticas, pero en algunos casos ya vista en otras exposiciones. Lo importante
es la visión que los une para esta exposición, la dureza de su técnica.
Adda Donato, Gabriela
Pimentel, Edgar García y Leo Calisaya, los genios de la pintura. Roxana Usnayo,
Esmeralda Méndez, Fernando Chumacero y Raúl Alvarado los hacedores de la
tridimensionalidad.
De la Adda se ha
dicho de todo y de nada De la trilogía del maestro Ricardo Pérez Alcalá,
Rosmery y Rina, me quedo con ella, para descifrar sus secretos que cada vez más
buscan la experimentación; pero las obras expuestas en esta exposición al igual
que de los otros expositores, han salido del polvo o de algún rincón olvidado
para llenar esta exposición.
La Pimentel es más
templado como su carácter, suave y delicado en cada pincelada que maneja, en un
conjunto armonioso, tonos ocres, verdes, disonantes azules, que enredan luz
dentro de la oscuridad y convertirse en una nebulosa que inspira un alegado
profundo dentro del ambiente.
Edgar García me
inspira su color, un color azul, que juega con el verde. Su acuarela es muy
singular, no muy común dentro de los acuarelistas cochabambinos. Su paleta ha
demostrado que todos los caminos se unen, se juntan, hablan, conversan,
dialogan y dan soluciones dentro de esos toques esfumosos que hilvanan una
unidad total.
Leo Calisaya es el
maestro de la acuarela contemporánea, experimenta, con cada una de sus formas,
pero su discurso también es netamente dentro del ambiente paceño, una temática
local demostrada en cada una de sus obras. Su color ha demostrado que la línea
de la frontera y su país, se encuentra en solucionar problemas muy alejados de
lo que actualmente es la acuarela en Bolivia.
Chumacero y Méndez
Gutiérrez siguen su discurso estético. Hay un amaneramiento con su obra,
repiten temas que explican un carácter comercial por su aspecto sentimental en
el caso de Méndez Gutiérrez y por el otro lado, para Chumacero, de sus vacíos
escultóricos, hasta que no se hablante técnicamente, nunca podrá salir de esas
formas, porque su carácter es hasta hoy muy repetitivo.
No es el caso de
Usnayo y Alvarado que acentúan en cada instante sus formas tridimensionales.
Demuestran futuros discursos que pueden calar dentro del arte boliviano. Pero
deben seguir cada uno, esa línea imaginaria que todavía no ha demostrado
magnitud.
No dudo de las
palabras del maestro Alberto Medina Mendieta, por su comentario dentro del
catálogo de la exposición. Respeto su palabra, como Maestro, con mayúsculas,
pero no todo es echar mistura para luego el viento se lo lleve. “La emulación
en arte, es positiva, da lugar al perfeccionamiento sobre todo del oficio y por
qué no también de las ideas y principios que animen a la creación” – dice el
Maestro. Pero si lo hacemos a vuelo fugaz, no vale la pena.- N Van J.
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